¡Hola a todos! Por acá Maky de nuevo.
Para quienes no me conocen, soy parte del equipo de Ventas Unique de Aero y hoy les quiero compartir mi experiencia en estos destinos increíbles del continente africano: Kenia y Sudáfrica.
Llegué a Kenia de la mano de Kobo Safaris, por quienes fui invitada en representación de Aero, siendo el único operador latinoamericano que participó del FAM. Pude conocer la ciudad de Nairobi y tome la excursión del conservatorio de jirafas, lugar donde se encuentra también el lujoso hotel Giraffe Manor, haciendo contacto y alimentando a las jirafas Rothschild, especie que se encuentra en peligro de extinción. También conocí el museo de Karen Blixen, historia en la que se inspiró la famosa película Out of Africa, y almorcé en el reconocido restaurante de carnes exóticas Carnivore, donde probé carne de avestruz y cocodrilo, entre otras.
Al día siguiente emprendimos viaje en jeep hacia la Reserva Nacional de Samburu, donde comenzamos la experiencia de SAFARI. En este oasis de ríos y palmeras en medio de la sabana, avistamos gran cantidad de animales, incluyendo a la cebra Grévy, con fisonomía de burro y cebra, sólo encontrada en Kenia y al sur de Etiopía. Mi primer contacto con animales ya era espectacular: elefantes comiendo, jirafas corriendo, variedad de antílopes, cebras únicas, aves llamativas… sin imaginar todo lo que me esperaba en el viaje!
Ya en la zona del Monte Kenya, tuve una de las mejores experiencias de safari del viaje en la reserva de Ol Pejeta. Allí se avistan manadas de todo tipo de especies, entre ellas de: búfalos, ñus, antílopes, jirafas, leones, cebras, elefantes, etc. Fue sin dudas un lugar muy especial, donde además de variedad me sorprendió la cantidad de animales, todos conviviendo en el mismo ambiente. En un mismo paisaje se reflejaba el hermoso paisaje de una llanura en altura con manadas de búfalos, cebras y antílopes; en otro una manada de elefantes con sus crías comiendo junto al jeep en un verde humedal. Además, conocimos allí el santuario de chimpancés y el de rinocerontes, ¡y hasta pude alimentar a uno de ellos!
Luego fuimos a la región de los lagos Nakuru y Naivasha. En el lago Nakuru nos encontramos con un paisaje hermoso, lleno de vida por donde mires, con una gran diversidad de aves, y donde pudimos ver al más difícil -y el que nos faltaba- de los “Big Five”: el leopardo, dando un salto increíble desde un árbol frente a nuestro jeep. Mientras que en el lago Naivasha, con su singular paisaje de árboles marchitos sobre la orilla, nos embarcamos para cruzar a Crescent Island y vimos a los hipopótamos en su hábitat. En la isla, comenzamos un safari a pie donde pudimos acercarnos a las jirafas, cebras, impalas y avestruces. Sin duda la región de los lagos es un destino infaltable de todo viaje a Kenia.
Ya finalizando el viaje, visitamos la estrella en cuanto a Reserva Natural: el Parque Nacional Masai Mara. Es sin lugar a dudas el destino imprescindible para una verdadera experiencia inolvidable en Kenia, donde encontramos desde chitas descansando en la sombra de un arbol, hasta una manada de leonas que olfatearon el jeep. Aquí estuvimos dos noches en habitaciones tienda, estilo carpa. La primera fue en Kandili Lodge, un pequeño y exclusivo alojamiento de solo 11 tiendas en el medio de la sabana, atendido y custodiado 24hs por los mismos Masai de la zona, con quienes compartimos un intercambio cultural inolvidable. Realizar un safari a pie junto con un Masai para terminar viendo un atardecer de película, cenar deliciosa comida local al pie de una fogata bajo el cielo estrellado, dormir en una habitación-carpa viendo desde mi cama la luna perdiéndose tras las montañas, y escuchar el sonido de las hienas merodeando mi tienda por la noche, fue verdaderamente una experiencia y aventura inigualable. La segunda noche nos alojamos en un lodge de lujo en la margen de un río, con espacios muy amplios y mayores comodidades, para un momento de mayor confort.
Kenia me dejó la sonrisa y amabilidad de su gente, así como la cercanía y el contacto indescriptible con el mundo animal desde la llegada al país hasta la hora de decir ASANTE SANA.
Dejando atrás la gran aventura de Kenia, me tocó partir hacia Sudáfrica. Llegué a Johannesburgo de madrugada y al día siguiente emprendimos viaje hacia el Parque nacional Kruger, atravesando la provincia de Mpumalanga, donde visitamos el imponente Cañón del río Blyde y las formaciones rocosas de Bourke’s Luck Potholes, con preciosos saltos y piletones de agua.
En Kruger, comenzamos el día temprano, a las 5:30 a.m, para aventurarnos en un nuevo safari. Por ser un día lluvioso no tuvimos tan buena visibilidad del espacio, pero sí pudimos ver gran cantidad de animales. Siendo un parque cuya superficie se asemeja a la de países como Israel o Bélgica, tuvimos mucha suerte y avistamos cuatro de los Big Five de la sabana. Pudimos observar a lo lejos a tres leones repartiéndose un búfalo que acababan de cazar, una manada de elefantes bañándose en la orilla del río, cebras pastando tranquilamente, una jirafa caminando por el sendero a nuestro lado, un imponente leopardo cruzando frente a nuestro jeep y dos leonas descansando a la sombra de un arbusto al costado del camino. Luego de una mañana de grandes avistamientos, almorzamos en un restaurante dentro de Kruger. A las 16 hs ya estábamos de regreso al hotel. De camino a Johannesburgo visitamos la ciudad de Pretoria, capital administrativa del país, donde conocimos los distintos monumentos y edificios gubernamentales.
Nuestra segunda parada fue Ciudad del Cabo, ciudad que pongo sin duda entre las cinco más hermosas que visité en mi paso por el continente. Su estilo arquitectónico en la parte del casco urbano me recordó a Nueva Orleans, su paseo de costa tan lujoso a Gran Bretaña y el paisaje costero de montaña y pueblitos surfistas a Hawaii. Una mezcla que hace de Ciudad del Cabo una ciudad única y exótica a la vez. La excursión de la península del Cabo es imperdible, así como la visita al jardín botánico de la ciudad.
Cuando visiten Sudáfrica, no se pierdan el Parque Pilanesberg o bien de dormir en una reserva privada para exprimir al máximo la experiencia safari y ver gran cantidad de animales. También les recomiendo ampliamente la región de Mpumalanga, donde el protagonismo se lo llevan los hermosos paisajes y pueblitos de estilo europeo.
Kenia y Sudáfrica son dos lugares únicos del continente.
Lo que más destaco de mi paso por Kenia es la autenticidad del destino. Es un viaje muy personalizado ya sea en regular o en privado, una experiencia casi exclusivamente de aventura, donde sos un turista muy activo en todo momento. Hay mucho menos descanso y comodidades, pero el valor se encuentra más en la aventura y la experiencia vivida que en el confort de las vacaciones. Si bien tuvimos estadía en lodge en pilotes y hoteles de montaña con vistas impresionantes, las carpas en plena sabana, el contacto con la comunidad Masai y la cercanía con la vida animal es lo más lindo que me llevo de este viaje. En las noches en carpa teníamos que hacer juego de luces con la linterna para que un guardia nos cuide de las posibles amenazas animales. Los animales se acercaban mucho, sin temor, no nos veían como amenaza, ni siquiera en los jeeps. Esta armonía entre el hombre y el mundo salvaje es lo que realmente hace que el destino se convierta en un viaje inolvidable y los pasajeros vuelvan siempre felices…y les aseguro, con ganas de volver a ÁFRICA.
Mi paso por Sudáfrica, por su parte, fue una experiencia distinta. Por ser un país más desarrollado en líneas generales, la oferta turística es muy completa y por tanto más masiva. El safari es una atracción más del viaje, que puede combinarse a la perfección con el disfrute de ciudades hermosas como Ciudad del Cabo, y playas y paisajes imponentes como el del Cañón del Blyde. A diferencia de Kenia, la atención no es tan personalizada en Sudáfrica, en los parques suele haber muchos vehículos particulares, y las experiencia de avistamiento no es tan limpia y completa debido a la abundante vegetación aunque realmente la diversidad de animales es magnífica. Sudáfrica me parece perfecta como primer destino para comenzar a recorrer el cono sur de África. Lo que más me gustó, es la posibilidad de combinar la aventura del safari con paisajes impresionantes, la interesante historia del país, disfrutar de la bellísima Cape Town, y la modernidad de toda la infraestructura turística. Es una fusión perfecta entre una pizca de aventura y vacaciones a puro confort.
No desaprovechen la oportunidad de conocer, o motivar a otros que conozcan, estos dos grandes destinos. Mi agradecimiento total a Kobo Safaris por llenar este viaje de momentos únicos e inolvidables.